JORGE ARISTIZABAL

Crónicas del siglo XXII

 


Entonces nos bajamos protegidos de las naves

sorteando los cañones, las sequias, y la sed.

Era una tierra árida…

El mar pintaba  colores con todos sus desperdicios.

Unos seres  ojos de angustia corrían con sus críos

para  salvar su estulticia…

La lluvia acida  mojaba nuestros trajes protectores,

grandes edificios  caían derruidos,  sin pudores.

Una horda de animales enfilados por las calles

y sus pelajes grises, arrasaban  a su paso

con todo lo raíble.

Las montañas, desperdicios de aparatos; unos negros

otros grises recubiertos de coltán.

Otros tantos arrumacos de llantas, variopintas hojalatas,

contrastaban con  remedos de esparto,

y con arboles de hierro que causaban espanto.

 

Se encontraron las medallas de todos los generales

recibidas por las guerras; era otra montaña mas alta que el Himalaya…

En los desiertos de arena con sus ayees de crujidos,

barrenas ocres  cansadas, extraían  negro aceite, azul viscoso.

 

En un puerto de Colombia donde existía antes mar;

capa de  muerte carbón, ennegrecía el horizonte y nos empañaba

La lente…

 

Un espécimen raro recogido de este reino

lo estamos aun estudiando:

Un  humano e inocente.

Hermes

 

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