Extraño a Vincent. Extraño su boca que era la prolongación de la herida.
Su cara de calles mojadas, de sitios clandestinos. De besos que se anticipan al sexo que se cubre con tristeza. Para disfrutarlo como si fuera la piel que uno devuelve a un paraíso de serpientes.
Vincent tiene un cigarro entre sus dedos y se fuma los días sin tiempo: el único vicio para los que vivimos atrapados en una fecha sin números. Excepto, tic-tacs que se golpean contra las sienes hasta devolverte una inútil metáfora, que has sacado de tus dientes como hueso de una comida dañada.
Mi Vincent, sentado entre los pechos de otras, que como yo, no consiguen amarle. Lo perdemos a Vincent, lo perdemos entre las mariposas de muerte que nacen de nuestras azucenas infértiles de ternura. Besos de lluvia de aguardiente. Besos lloviendo en alcantarillas cubiertas de musgo y destierro.
Qué harás ahora Vincent? Ahora que tu oficio de muerte, no tiene a tu lado, a la única que puede verte entre garabatos de historias de amor que nunca terminan de contarse, a menos que descubras el punto final en el párrafo intermedio.
Mi Vincent, pequeño olvido en el que me exilio. Mi Vincent, de cabellos mojados por orgasmos de pena y culpa. Mi Vincent, tiene en su mano derecha, la única letra que nadie conoce y él, la vive como si fuera un regalo, el único regalo que vale la pena recibir....
Te extraño....