Para mis amigos:
Tulio Durán
y
Andrés Rodríguez
Éxtasis ha embriagado mis venas
contemplando las colinas de San Marino,
con sus calles tranquilas
en donde no te asaltan las multas
ni vanas trapisondas,
tampoco los niños de la calle,
porque ya no existen.
No se ven favelas
ni ranchos
ni cosas similares.
La gente trabaja al compás de los días
y no quiere nada que vaya
más allá de todo
lo que tiene.
Claro...
no te entrega el primer día
su diapasón, sus cantos.
Solo cierra la boca
después de haberte contado
su historia que está llena de cosas
como la de cualquier
otro pueblo conocido.
Se diría que exigen
la evaluación primera.
Luego...
He pensado en los míos
y me doy cuenta
de que hay que continuar.
Continuar transformando
la estructura de antaño.
Yo quisiera esa paz para mi pueblo...
Yo quisiera esa paz para mi aldea.
Quisiera.
San Marino, septiembre de 2012.