Tú nos diste la vida para alcanzar la gloria,
Tú nos diste el aliento para vivir contentos;
Eres Padre que mima, Padre que cuida y goza
Viendo a su hijo triunfar en todos los momentos;
Pero yo fracasé, porque siempre he fallado,
Vivo sin hallar dicha, olvidé aquel fervor,
Vivo cual prisionero, siempre enamorado:
Siempre, siempre dolido por males del amor;
Y soy eterno cautivo queriendo cortar los hilos,
Lo que me diste se fue como se me fue la vida;
¡Cuán duele tu indiferencia, pues al mirarme perdido
Me dejas en soledad en esta senda perdida!
Pero sigo en la batalla, en espera de encontrar
Un amor que corresponda a lo que yo le ofrecí;
O cuando menos espero esa nítida señal
De que Tú fuiste sincero, ¡no te olvidaste de mí!...