Este es mi poema para ti,
mi niña pequeña, porque te amo,
te cuento que la noche me llamó a la puerta
y me dijo que le dijera cómo eras
en las aguas del río y en la paya desierta.
Me preguntó si eras torcida o si eras derecha
y yo le dije:
Es muy buena y perfecta
en las cosas de ella.
Y me volvió a preguntar la vieja tierra
¿y tú cómo eres? yo le respondí:
¡Soy un paria por nacimiento!
abandonado como una calle muerta,
un árbol sin ramas y un terreno sin yerba,
una piedra perdida en la soledad cruenta
y en los blancos molinos que tiene ella.
En este momento se me presentó
una nueva estrella y me contó cuentos
de mil doncellas, torcidas y bizcas
aquellas que son montañas de belleza.
Fue ahí entonces, cuando llegó el alba
como una compañera y me habló
en un lenguaje que se entendía.
Quiero contarte lo que no conoces
las hay morenas y las hay blancas
con melena que son las más bellas
y estas no son torcidas ni son curvas
son lo que son derechas y perfectas.