Unos hombres son de territorio libre,
con mentes de campo descubierto,
otros somos de cajas,
como habitaciones y sus ventanas.
Yo soy de sonrisa útil cuando se presenta,
y el mucho gusto de mí mujer amada me hincha,
como un arreglo de flores,
sin ningún ruido continuo.
Soy de los que se frenan y dicen;
No voy a ninguna parte,
pero como un gavilán u otros seres,
me mantengo en sitio, ya sea explorando,
los ilustres grabados de tus ojos cerrados,
como los ojos de mares matinales.
Me puse freno para irme,
para seguir contando tus lunares,
como estrellas dispersas,
a las que cuenta el mundo sin ningún total.
Me puse freno para olerte en alba,
para morir inculto, o sin curiosidad,
como cristianos sin biblia,
como ataúdes sin sus cuerpos.
Humberto Velasquez Jimenez
22/Mayo/2014
3:32 p.m.