Guardé tu voz en una caracola
Un día cualquiera de este verano,
caminando por la playa, me deleitaba
sentir bajo mis pies la blanca arena
y mirar las huellas que voy dejando.
Siento el aire salitrado acariciar mi cara
y ese ínfimo toque de minúsculas
gotitas salobres humectar mi piel.
¡Que delicia en este día de verano!.
Busco con avidez una caracola,
¡mi caracola!, donde un día especial
guardé tu voz en su espiral
con la ilusión de no perderla…; que sólo
pudiera salpicarla el agua del mar,
esa inmensa masa azulada que llega
hasta el infinito, hacia las utopías,
hacia lo desconocido.
Encontré mi caracola y me la acerqué al oído,
escuché tus hermosas palabras
en conjunto con el característico
sonido de las caracolas de mar.
¡Un gozo que duró sólo minutos!
Me faltaba algo importante,
y eran los reales arpegios de tu voz…
¿Podré oir de nuevo el sonido de tu voz?
Ya no me conformo con escuchar
el eco guardado en una simple
aunque hermosa caracola.
maria_dg