Me erguí,
con las manos
hacia arriba,
como un pájaro
volando en primavera.
Mi lecho
es una cama de espinas
donde muero
como sombra a la noche.
Amor...
Se alejó de mí,
me tiene presa
pero en eterno abandono.
Avanza...
la diminuta huella
de mis pies cansados
hacia el laberinto
de mis pensamientos.
Y el pequeño tacto
de mis manos
se esfuma como el humo
de un incendio extinto.
Grises tonos
me llenan por dentro
aunque afuera
huele a madreselvas.
Fui la dama de la noche,
perfumé mi cuerpo
creyendo que mi aroma
persistiría en el día.
H. S. S.