El rocío
vacío
sentía
los impíos
primeros
fríos.
Sellaban
y se elevaban
por la ladera
de la costanera.
A la vera
de la acera
sembraba
y agrandaba
a la carrera,
sin barrera
de las jóvenes
promesas.
Así se agitaban
en la vía
por la cantera.
En la callejuela
llena de hojuelas
que se asemejaban
por su brillo a
muchas lentejuelas