Anda, ven a mí, que de tu bajo estado anímico,
puedo hacer una montaña de versos, abrazos de canciones y risas por montones
Solo déjame maniobrar y disfrutar de la extinción de tu inservible y continuo lamento,
de tus oleadas de angustia y basta confusión,
de los soles a veces grises.
Ven a mí, y déjame,
Déjame resaltar con alegres versos el brillo de tus bellos ojos
y tus a veces coloradas mejillas.
Déjame hacer de tus tristes palabras, alegres canciones
y de tus lágrimas de angustia, sonrisas por montones.
Anda, Déjame,