No diré que te extraño,
que todavía deambula
en los recovecos de mi mente
tu fantasma itinerante.
No diré que aún te leo,
atenta y frecuente,
ni que archivo tus mejores días
en poemas relucientes.
Me callaré las ganas
de saborear nuestras charlas,
las mil y una horas de risas
que acompañaron mañanas
entre sorbos de café
y nuestras rutinas diarias.
No sabrás que añoro el desvelo
de las mil despedidas
y a las pocas horas
celebrar el sol con el buenos días.
No diré que tus frases
se quedaron como alfileres
prendidas en el corcho de mi armario.
Ni bajo torturas medievales, revelaré
que en las madrugadas
como epílogo de un sueño
es tu imagen bajo mi cuerpo
la que enciende mis deseos.
No sabrás nunca esto que digo
porque a esta hora, quiera o no
te acomodo en el olvido
y en el recuerdo obstinado,
te borraré en un suspiro
a tí que eres
en el oasis de mi vida…un espejismo,
te derrotaré, ¡oh sí!, ¡lo haré! implacable,
cual si fueras un vicio.