Ya olvide
el olor y sabor de tu Cabernet Sauvignon favorito,
el largo recital de cigarras traviesas
y hasta el color de la luz de las luciérnagas
que iluminaban nuestras noches.
Ya olvide
el lugar secreto...
donde deposité tus sonrisas y tus regaños.
Ya olvide
la algarabía de mis pensamientos
cuando los apresaba
para no disentir
tus pueriles discursos.
Ya olvide
mis estrategias para evadir tus bullicios,
las arrugas incipientes en tu frente
y hasta los métodos para encrespar tus rizos.
Ya olvide
los días en que masticaba tus recuerdos
y pulverizaba tu voz
para alimentarme en tu ausencia.
Ya olvide
nuestros pactos y utopías
olvide tus rutas, tus laberintos y hastíos
Ya olvide
tus fugas matutinas al patio de nuestra casa
donde rastreabas como niño
en la tierra húmeda
buscando los caminos invisibles de orugas peregrinas
Ya olvide
el color de tu piel,
tus caricias efímeras,
la línea curvada y poco atractiva de tus labios
el calor de tus manos,
la talla de tus zapatos.
Ya olvide
aquella noche que incumpliste una promesa
y en recompensa uniste palabras
formando un poema insulso y sin sentido.
Ya olvide
las noches interminables agazapada en la ventana
esperando ver tu silueta
acercarse a mis vacíos.
Ya olvide
la llave de entrada
el jardín extenso
donde florecieron mis tragedias, tristezas y enojos.
Ya olvide
mis llantos convulsivos
al filo del abismo que creabas en tu fuga
Tu ausencia larga
hizo que creciera tu sombra y te oxidaras
tu ausencia cobarde me permitió olvidarte,
olvidar el saborcillo acedo de tu café mal preparado,
tus gestos, tus máscaras y futilidades.
Arroje de casa al inquilino abusivo
ahora mi voz subversiva grita que te apagaste
y con mis manos despejo de mi horizonte tus ruinas.
Ana María Delgado P.
Pasto-Nariño - Colombia