Mi sustituto, mi interino auxiliar, mi tasador, el moltacén zabazoque, el controlador de lo mío. Él, que soy y dejo, se atrevió a descocerme segregando mi caletre. Anónimo y extraño pesquiso la modorra onírica, la memoria ideal, utópica y quimera. Flamígero y refulgente desprendió todos los flejes,dejándome molondro. Entre lo decidido esconde la razón de mi vida. Cauteloso el precitado, se adueño de todo, y se deshizo de mí. Ya en el exilio observo sus acciones y lamento las consecuencias. Al ver esto acudí, como única salida, a buscar una solución. Pero no existían soluciones medicas, ni morales, ni psicológicas. Me adentré entonces a la buscada espiritual. Empapado ya en las tantas incoherencias del ser, sentí ese calor del que tanto hablan los hombres.Leí muchas historias en donde se explica este proceso. Que la noche cierre sus ojos y el viento cierre sus labios. El silencio es como el tiempo que pasa sin gritar sus segundos.