El Testigo
Alma angustiada
que inquietas tus noches
en lento derroche
de vida en las horas
en que a ratos gimes,
en que a ratos lloras...
Quieres ser llenada,
quieres ser saciada
y todo procuras...
y no hallas nada.
Siempre esperando
que algo suceda,
¿perdiste la cuenta...?,
¿cuánto tiempo esperas...?
En tus soledades
y en tus amarguras,
en las vejaciones
¡y en tantas traiciones!
has desesperado...
Miraste el cielo
buscando señales
y viste, de pronto
nacer una estrella,
se mueve directo
hacia el occidente
¡corre tras de ella!
Los mapas astrales
que estudiaste tanto
te hablaron un día
de una promesa:
¡Mostraban a un Rey
lleno de grandeza!,
¡no podías creerlo...
después del vacío
y de tantas tristezas!
Cuan esperanzado,
de pronto estuviste
y lo compartiste
con los otros magos
que tu fe profesan.
Alma del oriente,
savia, que suspira
por una existencia
que no tenga muerte,
que sea sólo vida...
¡Vida solamente!
¿Que promesa es esa
que el Dios de los cielos
escribe con dedo
de luz, en la estrella
con cola radiante
de veloz cometa...?
Alma solitaria
que piensa en las noches
e indaga la ciencia,
tus largas plegarias
fueron contestadas
y no dudes nada:
¡persigue esa estrella!
Has tenido sueños,
Dios te ha hablado,
¡sabes que fue Él...!,
te ha dicho que un niño,
Su Hijo ¡ha nacido
allá en Israel!
¡Te sientes alegre!,
te llegó La Vida,
prepara regalos,
¡debes ver al Rey!
Alma solitaria
que indagas estrellas,
que buscas vestigios,
insaciable, inquieta,
que apenas dormitas
¡y estás siempre alerta!,
¡tal vez haya vida
en otros planetas!
Tú no te engañaste
con vanos placeres
ni con las riquezas...
golpeaste del cielo,
la puerta correcta
y el premio recoges:
¡captaste el mensaje
escrito con fuego
por el mismo dedo
de Dios en la estrella,
que bella, destella
con radiante cola
de veloz cometa...
Tu magia fue cierta,
mago de otras tierras,
tus ansias satisfechas,
hallaste la ciencia
por la que Dios habla
desde las estrellas.
Tu fe fue la llave
que abrió la puerta:
creíste y viajaste
al lejano pueblo,
¡al Rey encontraste
y ante Él pusiste
lo que le llevaste
(con tus compañeros),
tesoros de incienso,
de mirra, de oro...
y ¡tu agradecimiento!
Alma que en la magia
la ciencia ha bebido,
ya no tienes miedo,
ya no estás vacía,
de Dios, la paciencia,
el tiempo cumplido
te ha alcanzado,
has sido testigo
del Amor, que en forma
de niño ha nacido:
Jesús, ¡El Mesías!