Todos me miran
como si no me miraran,
y hasta la polvareda
echan en mi cara,
como si yo, causante fuera,
de sus desgracias…
No hay una sonrisa
en sus duras caras
ni una palabra
que a mí me animara,
solo indiferencia
y a veces hasta rabia
y yo en mi silencio
sigo mi batalla.
Esto que les escribo
con tanto dolor
me lo dijo una flor
a orilla del camino.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela