Sola en el bosque, se escucha mi grito desesperante,
sombrío y preocupante; que resuena en la oscuridad de la noche. La luna ya oscurecida en el cielo del invierno, y más allá, en el borde del bosque el gran lobo canta su dolor en un gran aullido torturador.
Vuelve asomarse la luna llena, y en su reflejo logro ver lamiendo su herida ensangrentada; y en silencio solo se escucha el grito de la noche que yace oscura. Noche en que la luna se torna de negro, y el sueño no me deja descansar.
Un lobo aúlla a la muerte, cada noche, siempre el mismo ritual; bajo los rayos de una luna plateada su lamento se pierde al mismo tiempo que todo se congela en las lúgubres noches.
El viento sopla, y se lleva el silbido silente, se escucha un estruendo distante poco percibido; me delectaría esta noche interminable de su cuerpo, pero al aproximarme a su guarida ríos de lágrima corrían y un corazón doloroso latía.
Sola en el bosque, con la luna mística sin estrellas que brillen; la noche en mi sueño se
volvía lágrimas caídas.
Usted me puede cubrir en la niebla u oscurecer el amanecer, necesito saber que estás cerca de mí; para tranquilizarme cuando este perdida.
Usted es el viento del sur, reclamando las heladas del otoño; ahora te has convertido en mi bosque, en dulce sonidos musicales;
en mis sueños medievales…