Soneto
El frio acero de tu mascarada
rompió el cristal de los ensueños míos
y quebrantó con furia descarada
todo el amor que llevaba conmigo.
No pude dar siquiera un leve paso
hacia la luz del sol que me esperaba
porque siempre apostabas al fracaso
y actuando a mis espaldas te encontraba.
Hoy nada me resulta fascinante
y siento que sumerges mi alegría
en medio de un silencio agonizante.
No en vano, salvaré mi fantasía
y aunque trates de hundirme en tu desplante
no podrás perturbar el alma mía.