Que por amarte tanto te he dejado.
Que vueles libre y sin cadenas.
Que no te importe el dolor y la pena.
Que el corazón por tí ha llorado.
No necesito jurar por los cielos,
que sólo a tí mi corazón ha amado.
Que ni labios ni manos mi cuerpo han tocado.
Más que los tuyos que en mí están tatuados.
Y mi alma ya se acongoja,
por la desconfianza que en tu mente aflora.
Y cuando ésta nos embarga el alma.
Es un infierno, y la llama de los celos
las que torturan.
Que por amarte tanto te libero,
de las cadenas que el dolor provoca.
Que es común en los enamorados,
ahogarse en sus propios desencantos,
y aunque no existan fundamentos
sentirse traicionados.