cuervo4141
Se marchitó la piel, se impregnó de tiempo y soledad, se anidó el olvido en el crugir de la adversidad.
Se dispersó su aletear en el estrago sabio de la vida, en el devenir de los siglos y en resplandor de nuevas primaveras.
Se estacionó el gélido invierno en la selda fría de sus desvaríos, acaeció el resplandor pálido de un sol sin brillo y el torvo cielo una luna sin luz adorno el infinito.
En el reflejo de su madurez se enmarca la melódica sinfonía de sus tristezas y el cáliz perpetuo de sus pecados.
Se encorva en siglos el amanecer, se viste de harapos el amante tiempo y la gélida fosa de sus cimientos.
Mirada de vida, de esperanza, de soledad y de ensueños el marco perfecto de ese rostro sereno que se perdió en el tiempo.
¡Amanecer de silencios, oscurecer de ecos! Se desnudò el tiempo y se vistió el féretro.
Trinar de cenzontles, aullar de lobos, aroma de azhares, rosas y jazmines el altar eterno de un espectro fantasma que deambuló entre vivos y encarno en los muertos