En una noche curiosa
cuando la luna vagaba
en una senda de viento
agitando gotas de agua
que machacaban los vidrios
como baquetas a los cueros
del tambor donde tronaban
los ecos de tantos truenos.
Una culebrina roja
cruzaba el cielo encantada
iluminando las sombras
de cipreses y espinos
clavándose entre las ramas
para morir su destino.
Y la mente avasallada
por el clima enrarecido
dejó caer la tristeza
del hombre empobrecido.