Luis Nunez

Carta

Lunes último de mayo recuerdo la alegría anidada en tu mirada y yo creyente digo: “que hermosa es tu alma amiga”. Tú me dices: “es solo, mi mirada”. Yo iluso extiendo mi verbo para intentar comunicarme y tú me dices que te insulto, que no comprendo, que no razono que no veo la realidad que el problema es solo eso la desigualdad y la injusticia, que la moral no te sirve que tus derechos. Y me preguntas en que quedo la poesía y sus poetas. Yo bajo la mirada (aún que, por la distancia tú no ves). Yo pienso quizás mi razón es antigua, hablo de tiempos anteriores, de aquellos tiempos en que nos codeábamos con los dioses, en los tiempos en que escuchábamos  y dialogábamos con el sol, la luna, la tierra, las tormentas. En tiempos en que el comercio aún no se había inventado y éste no había comprado ni vendido la vida. En aquellos tiempos en que la vida no tenía precio. Los hombres y mujeres de entonces no tenían miedo al dolor ni al sufrimiento porque eran épicos y amaban y se aferraban a la vida porque era lo único que tenían. Yo una vez más digo: “no te insulto”. Yo reitero en tono humilde “que bella es tu alma amiga”.