Cántalo y entonces lo comprenderás.
Eres necio si crees que puedes descubrir un Paraíso
tras el velo de esa Dama.
Eres tan atrayente cuando te callas
que a secas te piden silencio perpetuo.
Nárralo y enseguida lo verás todo de otra manera.
La riqueza es una moneda moldeada por la hipocresía,
por las manos de un melancólico profeta,
el incienso es un arpa que le enseñó al destino
una mano herida, casi muerta.
Cántalo y nárralo y todo será utopía.
Todo sentimiento vale la pena si lo adornas
con un brevísimo soneto, o con un útil encantamiento
que dice ser original
y verdadero.