El cielo está plomizo,
dorados los trigales,
¡ay campos, dios os hizo
secos, sin manantiales!
Penando los carrizos
van por los sequerales,
los rastrojos cenizos,
pardos los matorrales.
Sumisos los barbechos
junto a los pedregales
de repechos maltrechos,
verdean los zarzales.
Surcos, de agua sedientos
colmados de sudores,
caminos polvorientos
tumba de labradores.
Tierra triste, arrugada,
eremitaña, asceta
esperais la guadaña
y versos del poeta.
¡Pobres campos impíos
huérfanos de sustento,
ya sólo os queda el viento,
áridos y baldíos!.
El cielo está plomizo,
dorados los trigales,
tu cuerpo está rojizo
ansioso de caudales.