En mi reloj de bolsillo
las agujas ahora giran a la izquierda
y atrasan inexorablemente mis minutos.
Hoy día, mi brújula apunta al sur
pierdo de vista todos los caminos:
veo azules a los arboles
transparentes los uniformes policiales.
He vomitado par de veces un líquido incoloro
y debo esconder los vasos y los platos
mi hambre solo pide digerir cristales.
El gallo del patio no esconde su jet lag
canta solo a las doce de la noche
mi gato siamés gasta las últimas dos vidas
peleando por sexo en los tejados
y el perro negro del vecino me ha incluido
en su lista de enemigos.
De repente todos los muertos de mi pueblo
halan mis pies bajo las sábanas
y exigen ásperamente que celebre su día.
Descubro por accidente
entre las cosas que olvidaste
restos de polvos de sapo muerto
usados para hacer el trabajo.