Hoy quiero mirarme en el espejo del alma,
Y no quiero portarme serio, yo le quiero jugar trampas;
Trataré a ver si lo engaño, sin que este se dé cuenta,
Opacando algunas cosas y no vea su trasparencia.
De los hechos de mi vida le voy a ocultar algunas,
Más bien de las que he cargado sobre mis hombros cansados;
Por lo mucho que marcaron o lo mucho que pesaron,
Cuando los deje pasearse caminando a mi lado.
Pero el espejo del alma me advertía con sus reflejos,
Que no se debe esperar a que los años nos pasen;
Que no debemos estar ya dentro del nivel de viejo,
Para poder entender de otros buenos consejos.
Yo tengo por amar pecados, y no lo puedo negar,
Que nunca quise escuchar a quien por bien me advertía;
Y así yo proseguía en pos del amor buscar,
Sin importarme barreras u obstáculos por saltar.
Pero de lo al fin logrado, me marcaron ondas huellas,
Que hoy no serán querellas, porque a lo hecho pecho;
Pero le juego al espejo, que se refleja en mi alma,
Trampas al perder la calma, por un amor que no veo.
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José Miguel (chemiguel) Pérez Amézquita