Daniel Ortega

AlABANZA A LA MADRE MUERTA

No era sólo tu ternura y tu regazo,

porque más que ternura, era enseñanza.

Hoy en la ausencia el corazón alcanza,

 a medir el sentido de tu abrazo.

Me ungiste al bien con tus amorosos lazos,

en la duce promesas de tu alianza;

y prendiste en mi pecho la esperanza,

firme hasta hoyo término del plazo.

Fuíste por modo tan perfecta y buena,

que tu alma en tu blancura a recorrido,  

tuvo algo de paloma y azucena.

Y al volver rumbo a Dios ligera y fuerte,

me ofreciste la clave de la vida,

en la mística aurora de la muerte...