Ambos rodamos por los suelos
con abundantes mordidas de labios, todo tipos de labios
con ensordecedores besos en los oídos
lanzando bragas, calzones a la lámpara del techo
hincando codos, rodillas para escalar al cielo
en una orgía de suspiros con varios acentos:
sin tiempo para rebuscar en el baúl
los prescindibles artilugios de la soledad
los óleos benditos de la penetración
los protectores universales de la natalidad.