Vi una rosa en el suelo
me incline a recogerla
estaba toda marchita
deshojada casi sin vida.
Solo una gota de agua
corría por sus hojas que se secaban
parecía que lloraba
la rosa marchitada.
Alcance a escucharla
me pedía un poco de agua
y la gota que de mi cuerpo emanaba
la salvo la poca vida que le quedaba.
La cogí entre mis manos
la sembré en un prado
que estaba llena de flores
y me dio las gracias con bendiciones.
Cada tarde la regaba
con agua que el cielo me regalaba
a cambio de eso
mis ojos se regocijaban por su belleza.