Esteban Mario Couceyro

La dama de los vientos

Llegaste, tras la infinita calma

a soplar en la mar de mis sueños

las velas secas en sal

de nuevo mi barca llevarán.

 

Este viejo navegante, de mares bravos

ha llorado en tu ausencia

¡por qué, me abandonaste!

viento malhadado.

 

Hoy que has llegado

ya está el rumbo fijado

a toda vela voy

con destino al poniente.

 

Iré hacia ese horizonte

en que el sol se pone

en busca de mi destino

de mares tormentosos.

 

Dónde naufragaré mi nave

y caiga a lo profundo

como en oscuro pozo

donde tu me encuetres.

 

Ofrendado a tu merced

entre los seres del mar

sin maderos ni velas

que te puedan dominar.

 

Tal es mi ánimo y fatiga

señora de vientos soplar

si no ha de ser yo quien te dará

la mar, a ti me entregará.