Hasta ayer me permití
doblegar mi fortaleza
a las penas del amor
que demostraron flaquezas.
Hasta ayer, lloré en silencio,
lloré a gritos, lloré en versos;
que como lágrimas cayeron
sobre nada y se hicieron nada
en el olvido de nada.
Lloré por lo irremediable;
pero…
solo, hasta ayer lloré.