El poema que no eres
es el poema que elijo
para olvidarte.
Hubiera apostado
todas mis muertes
para vivir contigo
y también
las hubiera perdido.
Mira, qué de simpleza
ha sido este amor.
Sobre la báscula
del destino
se inclina fuera
de nuestro camino.
Mira, cómo me pierdes
cómo me dejas sola
con el hijo de nuestro amor
que se muere sin padre.
Mira, cómo te llama la noche
y te haces presente,
mira como te llamo
y te haces carta
con montón de pretextos
desde su remitente.
Mira, cómo hablas de amor
de ese modo indecente
como si fuera poca cosa
como si fuera límite
y no imposible.
Como si fuera religión
y no Mesías sentado
en una mesa de pobres.
Ah, pero yo,
yo que he escrito en mis huellas
una nueva palabra
para conjugarte.
Yo soy la que la que deja
la casa sola y la hace un museo
con caras para recordarte.
Ah, pero yo
yo, que he sido ceniza
y me he hecho leña
para amarte,
yo, sigo a solas,
a solas conmigo.
El poema que eres
y no eliges,
el amor que hay en ti
y lo desvives.