El èter azur disolviò su pintura,
volcàndola sobre el esplendor de la hierba
oscurecièndolo todo con premura.
La noche ya enhebrò sus hilos de plata
y bordò en el cielo, la luna soñada
que derramò un hechizo que nos encanta.
Titilantes, con sus vestidos brillantes,
las estrellas asoman y ostentan galas;
afinan violines, los grillos cantantes.
Las mariposas nocturnas ya en sus danzas,
cuando las lucièrnagas, prenden sus làmparas;
las ilusiones se colman de esperanzas.
La noche bosteza su hermosa belleza,
quietud de trajines propone y obsequia
a los hombres; con su apacible grandeza.