Tu y yo no somos distintos, sólo hemos actuado escenas diferentes, quizás lo que te sobra es lo que me falta o bien carecemos de lo mismo en distinta medida.
Yo escribo para sacar mis demonios, tu finges que nada rasguña tu temple de acero; ambos creemos que con eso silenciamos lo que pedimos a gritos.
Nos unen los sentimientos que nos separan, nos separan las actitudes que odiamos y odiamos sentirnos tan lejos creyendo estar tan unidos.
Ni yo soy tan mala, ni tú eres tan cruel; ni tú eres incapaz de dar amor, ni yo de retribuir reciprocidad.
Después de todo no somos distintos, después de todo no somos iguales.