Busco el alma, en tu desnudez de brillo
Pues en ti veo un trozo de metales
Sin itinerario,
Rasgo mi vestidura, te entrego mi pecho
Alma cobarde, rezago de alguna
Paterna dictadura
Prosélito embarcado en tus honoríficos títulos
Ruin tu alma, fue tallada,
Cargando la bolsa, que tus ignorantes predecesores
Ni con un suspiro emprendieron
Pues en tus ojos sus frustraciones proyectaron,
Aquí en mi humilde rincón agazapado espero la muerte
Cazador de mentiras y engaños,
A ti que allí todavía te asemejas a un satélite de mi poema
Cobarde, enemigo,
Abuso de poder, tomando en adulterios
La mujer de tu prójimo,
Todo vuelve en tu descendencia, en tu prole
Cegaras la triste hija en adulterios
Cae la noche y el hacha sobre tus maldades y afanes
Dime que me odias, o que me amas
Frio o caliente palpita
Soy tu blanco perfecto
Para que hagas leña, del árbol de verdades caído
Vuélvase la tempestad, sobre los mezquinos hombres
Yo soy un anónimo ser poco ilustre
Sin premios Novel, sin elixires, sin académicos trofeos
El clemente oriundo de tus reflexiones
Antes de morir la misma vida de respiro
Lánzame una flecha de crítica, de frente
Pues cobarde es tu juicio a mis espaldas
Dime ahora que te oigo
Que la poesía es pura vanidad y endecha
Vuelve a tu rostro en los espejos de amarillentas hojas
De este libro de la vida,
Que somos tú y yo
Seres errantes, ilusos, enmascarando
Puras soledades,
Ecos de voces que perecieron
Cuando un día de esos
Te condenaron
Profiriendo, que sin estudio no eres nada.
Darío Ernesto Muñoz Sosa
Autor