Lo más parecido al amor
Lo más parecido al amor fueron tus besos,
esos que me diste con frenética pasión
(rayana a la locura), y, en tus excesos,
por varios momentos, creí real esa ilusión.
También se parecieron al amor esas caricias,
tus manos pasando por mi cuerpo,
y las viví y disfruté aunque sabía que eran fugaces,
barcos errantes, por esos días, anclados en mi puerto.
Lo más parecido a amarte fueron las rosas
que te llevaba y las mariposas
que dibujaba con mi boca...
en tu pecho... en tu cara... en tus espaldas.
Se pareció al amor: el sexo
que compartimos (¡y fue muy bueno!),
los dos expertos, los dos conscientes de que era sólo:
manos, cuerpos, lujuria y genitales,
pero le llamábamos amor
(como si se tratara de cosas iguales).
Se pareció al amor, además, el aprecio...
y la consideración.. y el apego...
pero faltó el perdón y sobró la traición,
por eso no pudo prosperar...
(había que poner el corazón si queríamos triunfar).
Yo no me engaño, y, en esa luz que algunos años
le permitieron ver mejor a mi intelecto,
en esa luz... ya casi viejo, creo... entiendo...
que fuiste tú mi gran error...
porque de todo lo que tuve, perdí o conservo,
(no tengo dudas), fuiste lo que más ¡te pareciste al amor!