La muerte, con su brazo extendido
me cubre lentamente
casi sin sentirla, acerca la noche
sin estrellas de su manto.
Me sobresalto y sus manos
tratan de contenerme
susurrándome algo
de su cara ausente.
Sus lastimeros balbuceos
distraen las intenciones
y escapo del mal sueño
por un sendero luminoso.
Desde afuera, el sol amanecido
pasa radiante por la ventana
hiriéndome los ojos
entre sueños, despierto.
Hoy será un día especial
haré cosas pendientes
respiraré profundo
el aire florecido
y el amor, se apoderará de mí
El sueño, no me vencerá.