Era un chico con mucha rebeldía
autor de miles travesuras,
su madre a veces con ternura
recriminaba sus múltiples osadías.
En algunas ocasiones conseguía
a duras penas calmarle
y hacerle entrar en obediencia,
cuándo le daba la sentencia:
¡espera que llegue tu padre!
Pero de un tiempo para acá
dicha sentencia no surtía efecto,
pues, más rebelde se había vuelto
y ya no respetaba a su papá.
Y para mayor calamidad
además de sus travesuras
y su comportamiento cruel
ya no sacaba la basura
ni el patio quería barrer.
La madre muy preocupada
aborda a su esposo y le recrimina:
¿porqué renunciaste a la disciplina
y ya no actúas para nada?
ante semejante interrogada
el marido responde muy sereno:
“Quiero ser un padre bueno”
me cansé de ser maltratador;
él es nuestra única fortuna
el pobre necesita nuestra ayuda
para brindarle apoyo con amor.
y el niño oculto sonreía
mientras escuchaba la conversación
y recordaba aquella ocasión
cuando una tare del mercado venía
de comprar vegetales y frutas
y vio a su padre con una prostituta
saliendo del bar de la esquina
y éste además de jugosa propina
para que el niño guardara el secreto
perdió ante él todo respeto
y por eso ahora no lo determina.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Maracaibo, Venezuela