Tenemos inconfundiblemente un reloj natural muerto,
que no se ajusta en el desayuno, ni en la cena.
ni en las horas de fútbol, ni de sus series siniestras,
Tenemos una deuda de cafés,
de crema chantillis entre la boca, que esperan un beso,
tenemos iremediablemente muchas deudas.
deudas de labios muertos, de abrazos vivos,
deudas de lagrimas entre tristeza y alegría,
deudas de vernos.
por lo menos en el almuerzo.