rodulfogonzalez

ENVIDIA

 

 

            ¡Cómo envidio, bien mío, al agua que recorre tu cuerpo para limpiarlo y vitalizarlo!

            Sabe tu cuerpo que después del baño purificador recibirá el premio del exquisito perfume que le ofrendarás para dejar tu huella femenina impregnada en los lugares por donde pasees.

            Una mujer recién bañada, bella como tú, abunda en hermosura.

           Y envidio también al hombre que ha tenido la dicha de disfrutar ese aroma único.

            Y envidio a la sombra que vino contigo al mundo para acompañarte hasta el fin de tus días, cuando regreses a la madre Tierra a hacer realidad la sentencia bíblica “polvo eres y en polvo te convertirás”.

            ¡Yo quisiera ser tu sombra, sí,  para estar siempre junto a ti para llenarme de vida!

            Y envidio a los oídos que cada día te escuchan porque se nutren de tu armonía… y al recipiente donde tomas el vital líquido, el café mañanero o la bebida porque él, bien mío, recibe el néctar de tus labios que nunca besarán los míos.

            Y envidio al aire que respiras porque entra en ti y te oxigena.