Luz,
de infinita pampa.
Recoges el olivo
sobre los astros.
Un dia muy equibocado,
el destino lo preparaba.
Andaba
solo buscando
el camino
del alba.
Te halle,
en un rayo de sol,
muy lejos,
no te lo imaginas.
LLore,
solo,
en versos y lagrimas,
muy perdido de mi alma.
Hasta que un dia
entro arrasando sobre una copa,
el vino de tu cuerpo.
Te encontre solitaria y
divinia.
Tus ojos eran mis alas
que reposaban en los
helechos.
Y tus labios, el surco de
la tierra y los pajaros en
su trina.
Hay pequeño amor,
te nombro reina de
mi vida.
Cuantas veces he creido en ti,
y hoy te he encontrado sobre una
rosa sin color,
muy cerca de la alegria.
Por siempre amor.
Por siempre,
mia.