Han de quedarse dormidos
mis besos sobre la almohada
mientras mis manos resguardan
la huella imperceptible de tu piel.
Mientras la mente evoca las palabras
que quedaron suspendidas
en un pretérito que quizás no fue.
Con los ojos abiertos contemplaré
la imagen que parece descolgar del techo
junto a la telaraña que cuelga de la lámpara
y que me niego a prender.
Total... basta la luz de la luna
que filtra por la ventana
y tiñe las paredes
con raros tonos de azul
inundando la penumbra.
Que fenezca el ruido y descanse el mundo.
Que ni siquiera el sonido de un relámpago
atraviese el cielo.
Que enmudezca el silbido
del viento en las cornisas.
Que se detenga el eco de esa piedra
rodando en la montaña.
No quiero oír el batir de alas
del cóndor que pasa
con la presa en sus garras.
Ni el temblor de los pequeños pájaros
ocultos en las ramas desnudas.
Que enmudezca todo.
El constante ajetreo de los cuerpos
que buscan consuelo
en las calles solitarias.
El ruido de las voces
que vuelven a sus casas.
Que se acallen pianos y violines
en su constante sucesión de notas.
Que cejen su carrera fusas y semifusas
quedándose dormidas en las teclas
o prendidas al filo de las cuerdas.
Ni siquiera la guitarra lastimera
lanzando sus coplas
ose interrumpir este silencio
y el frío de mi alcoba.
Que la noche es larga y tiene frío
y ya los grillos ni siquiera asoman
al reflejo del agua.
Sólo se eleva en el patio la magnolia
y en el rincón se acurruca
el jazmín amarillo.
Mientras la palmera arrastra sus hojas
acariciando las macetas congeladas.
Que las olas detengan su osadía
de morir estrelladas en la roca.
Que el rumor del río descanse un momento
tendido en las piedras de la orilla.
Ni una pluma arrastrada por la brisa,
ni siquiera el rumor de una pestaña
se atreva a perturbar con leve ruido
esta ausencia de ruido que se eleva
levantando en vuelo el alma.
Que enmudezca en los labios la oración,
los gemidos, los gritos, los aullidos.
Y también en mi boca
el débil este suspiro añejo.
Quiero escuchar... el sonido
de tu respiración
y los latidos de tu corazón...
¡aunque no estés aquí y estés tan lejos!