Tú y yo, frente a frente, discusiones, abrazos y besos... con cristales en tus ojos me decías que no podías estar sin mí, y me prometiste que nunca me olvidarías, y me hiciste prometerlo a mi también.
Valla ironía de la vida, ¡Que sublime paradoja! Y pensar que ahora soy yo el que está sólo, recordando, mientras que a ti, ni me nombre te es familiar.