LIZ ABRIL

TIEMPO PRESENTE

De pronto caigo en la cuenta...
asumo tu lejanía,
la pavorosa certeza
de éste ciclo inevitable...
que revela que después
de haber estado tan cerca
ansías retroceder
para volver a extrañarme.

Ávida de que tus manos

recorran todo mi cuerpo,
extiendo todos los dedos
para poder alcanzarte,
como quien quiere alcanzar
en el cielo alguna estrella,
y así es como yo te siento...
¡tan ajeno y  tan distante!

Entonces tranquilamente

me recuesto a tu costado
como si fueras un río
y te contemplo en silencio,
porque se no has entendido...
qué ardiente que es esta sed
¡qué loco mi desvarío!
¡y cuánto te necesito!

El tiritar de mi piel 

te sorprende, te despierta
y me miras con asombro.
No dudo. Porque no hay nada
más verdadero y seguro
que acurrucarme en tus brazos
cobijada por tus hombros
cuando yacemos desnudos.

Tu aliento rozando el cuello,

tus palabras susurradas
suavemente en mis oídos
como el canto más sereno.
Con tus piernas enredadas
al contorno de mis piernas
y el palpitar de tu sangre
estallando en mis latidos.

Por eso asumo la culpa,

si es que tiene que ser de alguien...
¡entonces que sea mía!
¡no es tiempo de ser cobarde!
Porque me niego a olvidarte
y te busco en cada rostro...
y te busco en cada esquina...
¡y te busco en todas partes!

No soy capaz de vencer 

la terrible tentación
de encontrarte y de besarte.
No soy capaz de apagar
el fuego que me hace arder
y me obliga a claudicar
cuando estalla la pasión
si sólo llego a tocarte.

El tiempo no se detiene

para guardar el sabor 
de mis labios en tu piel.
Para morderte los labios...
carnosas uvas maduras
que me entregan su dulzor
-mágico y ancestral rito
que me lleva a enloquecer-


Y la pasión  se subleva.
Y se vuelve incontrolable,
las caricias se desbocan
como fieras indomables,
traspasando cualquier límite
de todo lo permitido,
mientras nos consume el fuego
en el alma y en la carne.

¡Y te declaro la guerra!

aunque se perfectamente
que nunca habrá un vencedor
porque somos solamente
dos almas con sus dos cuerpos,
con los pies sobre la tierra,
amándose eternamente
en este tiempo presente
vencidos por el amor.