Cae la noche ya que no es como antes,
Solo estoy en mi habitación, en el silencio veo tu sombra,
Que recorre cada rincón, el cual era nuestro nido de amor,
Donde nos amábamos con pasión, creciendo una ilusión,
Como una flor tierna, fragante y bella,
Mis brazos, aprisionaban tu cuerpo en mi pecho,
Rosando mi piel y mis bellos,
Con la esperanza,
Que siempre estarías cobijada,
Acariciaba con mis manos tu cabello,
Con mis labios recorrí la piel de tu espalda,
Saboreando el sudor de tu piel,
Que produce el fuego del amor,
Lentamente, cada poro de tu cuerpo,
Llenando de ósculos los glúteos, bajando hasta tus muslos,
Pasando por tus plantas, donde jugaba con tus pies,
Luego tus piernas y lo más íntimo como tu alma,
Saturare de buz tu vientre, llegando hasta tu pecho,
Donde convertiré mis manos en seda,
Con suavidad y delicadeza hare zalema, y con los labios besare tus
pezones,
Con carantoña de mis labios, acosare tu cuello,
Hasta que estés en el clímax, en vuelto en la lujuria y fusión,
Miro el cielo y veo fragmentos luminosos,
Como cuando éramos un solo cuerpo, haciendo el amor,
Navegamos en el espacio del anhelo,
Llegando a la galaxia de la ternura,
En mi habitación donde por la ventana nos miraba la luna,
Donde en forma agitada, nuestros labios se besaban,
Y con la voz entre cortada repetíamos cuanto,
Cuanto nos amábamos,
Autor Eco del Alma
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Antofagasta, 27-05-2014