Había una vez...
el más bello cuento de hadas
y unos ojos tan hermosos, luminosos;
son tus ojos mi niña adorada,
eres tú princesita encantada.
Hoy chiquita quiero contarte
esa preciada historia de amor,
que cargada de bellos sueños,
tan celosamente atesoro
en una parte de mi corazón.
Fue el último día de otoño
y no hacía frío,
cuando el Dios todopoderoso
me permitió verte nacer,
llenarte de besos y darte mi abrigo.
Fue aquel día 20 de junio
del año 2003,
que al fin pude tenerte conmigo.
Después de tanta ilusión,
esos meses de espera y de esmero
y ahí estabas, preciosa, entera,
tu belleza inexplicable superó
los límites de todos mis sueños.
Lucero Isabella mi hijita pequeña,
la más preciada joya de mamá y papá,
niña consentida, amorosa y tierna,
veo el mundo reflejado en tu mirada
y el sendero de la completa felicidad.
Y el milagro de la vida hija mía,
me ha hecho ver
lo inmenso que puede ser mi corazón,
es que ha de ser tan grande,
pues cabe en él dos veces el mismo amor.
Te amo entrañablemente,
igual a aquel tesoro mío,
tan pequeño aún, tu hermanito mayor,
Lucerito del alma, mi niña traviesa,
dulce e inteligente,
nos enloquece tu ternura, tu viveza,
la magia de tu mirada radiante
y todos tus vaivenes.
Amamos tu cuerpito bello, tu boquita rosada,
tus largas pestañas y tus cejitas bien pobladas,
esos ojos grandes oscuros y ese corazoncito
que palpita con fuerza cuando despiertas
y descubres nuestras miradas.
Tu vocecita tan suave, tu risa cautivante,
tu escaso primer añito
subestima a esos pasos seguros,
tus cuatro sílabas bien dichas
y tus frases completas.
Eres la luz de mis ojos,
contigo niña mía, tengo ganas de vivir,
luchar para no faltarte jamás,
quiero ser tu guía y tu verdad,
tu amiga y en mayúscula “ TU MAMÁ”.