Esos besos,
se hunden en la soledad de tu boca
mientras la voluntad de un sueño
adormece el refugio de tus ojos,
y del deseo, las carnes cobran fuerza,
cuando el albedrío de estas manos
recorren senderos, dunas, montañas de tu cuerpo.
Esos besos,
hechos de agua, que se esparcen
por así decirlo, en tierra seca,
son sílabas de efluvios
que irrigan valles fecundos del alma,
ecos que no se adhieren a muro alguno
y regresan al abismo que les dio salida.
Esos besos,
al alba su fuego ya es ceniza,
y celosa su llama viva,
emite un violáceo sonreír por todo el mundo,
y los labios, mudos, apresados en quietud,
solitarios, aguardan su labor,
pues eterno, eterno es el amor.