Los efímeros destellos
de mil piedras bajo el sol
exhalan vapores calcinantes
que incineran la tarde.
Y entonces la tarde calcinada
hace mas lúgubre la noche
desdibujando luna y estrellas
dejando en al abismo a la mañana.
La mañana al borde del abismo
tirita de miedo y de frío
y en esa difusa dualidad
concatena sus minutos y sus horas.
Es en esa extraña concatenación
donde la vida prosigue sin desmedro,
aunque muchos alucinen y sonrían
mirando indiferentes sus problemas.
Y es que cada problema
es en esencia el haz refulgente
de piedras que proyectan mil destellos
que incineran y calcinan nuestras vidas.
Autor: Alejandro J. Díaz Valero
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Bajo el Número 55620514
Maracaibo, Venezuela