Amo a mi tierra porque de ella soy fermento,
ella me parió una mañana de enero.
Amo a mi río en otoño, silencioso
y en los meses de lluvia, bullanguero.
Amo a mis flores del mes de mayo
que cual mágico pincel pintan los cerros
y el aroma a naturaleza ya lo siento
y me lleva hacia mis andes solitarios.
Amo el radiante sol y el azulado cielo.
Amo los amaneceres y los tristes ocasos,
que rojizos besan las cumbres encantadas.
Amo sus noches frías de luna llena
y sus noches serenas estrelladas
y escucho de los grillos un concierto.
Amo el viento que brama en las cañadas.
Amo mis cumbres y mis polvorientos caminos.
que con mis ojotas rotas anduve cuando niño.
Amo el canto de las aves, del zorro su lamento,
el volar de golondrinas y del cóndor presuntuoso.
Amo todo, todo, porque ese paisaje es mío,
allí desperté bebiendo de tus manantiales
y le canté mis primeros cantos
como canta a su madre el niño
en sus llantos de dolor o de cariño.
Lo amo porque allí fui moldado,
bajo la sombra de un zarzal florido
arrullado por canticos del río,
por eso soy así, soy como soy
y por premiarme con esta bendición
doy las las gracias a mi Señor,
nunca olvide de mi tierra y tus costumbres
ni sus pampas, sus laderas ni sus cumbres
y le seguiré cantando como siempre,
pero esta vez junto a un amor, que también le canta
sin conocerla la ama y siente su frescor y su fragancia,
hasta moja su pelo en las aguas de su río
Y mira su rostro en sus pozas plateadas.
Eugenio Sánchez Bacilio (Jesbac)