Amor mío, tú que viste llorar a la luna
Aquella noche en que los astros vagaban inconscientes de su sufrimiento,
Tranquila estás, pues lo que de ella cayó no fue una lágrima
Sino una soga que hacía ti arrojó
Y la cual, tú gustosa cogiste
Para que hoy, mañana y siempre
La acompañes en el cielo,
En donde tus ojos, dos luceros de diamante,
Brillaran con fulgor eternamente.
© Andrés Sarellano Mtz