Blancas gaviotas llegaron desde muy lejos,
y trajeron consigo muchas cartas
desvelando viejos y dulces recuerdos.
Entre ellos la imagen de aquél primer amor
Aquél niño que la miró con dulzura,
Y que con ternura infinita,
apenas y rozó sus labios
en aquél primer beso enamorado.
Amor nítido como el agua cristalina,
Ése que creí jamás volver a sentir,
Apareció en medio de una gran tormenta
que marcó mi alma con tristeza y soledad.
Nada en la vida es casualidad,
el ser supremo nos mantiene en balance
y cuando todo parece perdido
envía luz para nuestro andar.
El destino nos hace jugadas
Unas buenas y otras malas
y entre aquellas que son mejores
aparecen los bellos recuerdos
como aves revoloteando,
removiendo los escondrijos
profundos de la memoria.
Recuerdos de tiempos felices,
aquéllos en que nada importaba
solo unas cuantas miradas,
la entrega de una rosa robada
observar el cielo estrellado,
buscar figuras en las nubes,
hacer castillos en el aire,
¿Que serás de grande?
Después, no muy tarde,
un beso en la mano
como la despedida.
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Elizabeth Alejandra Castillo Mtz/Liaazhny
Mexicana 2020